Día de descanso

Hoy es la nada. No tengo ganas de moverme de leer de hacer. Si pudiera dejaría de respirar y así llegar a ese reposo absoluto sin ruido, hoy estoy en huelga. Quiero dar la orden a mis intestinos de parar su peristalsis, quiero ordenar a mi corazón una pausa indefinida. El camino a no ser es un movimiento continuo e imparable. Quiero un Sabbat radical.

Los budistas hablan de ese estado de trascendencia que ellos llaman Śūnyatā, el vacío. Ese vacío no es la nada, en realidad es la inmensidad, la vida como una infinitud de posibilidades, alejada de la servidumbre de la materia y del tiempo.   

Un amigo me dijo hace poco que la vida es lo que hay al otro lado de mis miedos. Lo dijo muy tranquilo, tras haber pasado un fin de semana de intoxicación química para llegar al nirvana (un retiro de ayahuasca).

A mí la vida me parece una mezcla de repetición y absolutos. Los cristianos ortodoxos cuando hacen algo en serio lo hacen 3 veces, dicen que el numero tres es la trinidad, lo absoluto, el no va más. Ganar la medalla de oro, plata y bronce es algo infantil, esa búsqueda de verdades absolutas, como decía Umbral, es una necedad adolescente. Somos maquetas del universo que embarullan el tiempo porque no lo entendemos. La vida es un malentendido con el tiempo, en el que nos inventamos el amor para intoxicarnos de infinito, ese azúcar del espíritu. Goya me recuerda cómo Saturno devora a sus hijos, ese es nuestro mito de la impermanencia.

A mí la vida me parece una mezcla de devenir y juego. No nos podemos tomar en serio, somos un suspiro en la nada, un nada indivisible. La física cuántica descubrió que el universo es una duda probabilística de materia y onda. Benoit Mandelbrot nos descubrió con dibujicos que todo se parece a todo. Los fractales son objetos cuya estructura se repite a diferentes escalas. Por mucho que nos acerquemos o alejemos del objeto, observamos siempre la misma estructura. La vida se resume en una repetición dubitativa. Por eso nos gusta el exotismo, rompe la realidad rutinaria de la nada. Nuestra vida es un zurcido de memoria y tiempo donde amaneceres en días dispersos nos fingen un nuevo comienzo, gracias Borges.  

Todo escrito es un autorretrato. Quizá esto, como decía Baroja, no sea más que un conjunto de mentiras que me sirven para abrigarme de la frialdad y la tristeza de la vida. Pero yo siempre acabo en Nietzsche y su flecha lenta de la belleza.       

Referencias

Umbral, lee cualquier cosa de Umbral, pero si tienes que elegir “Mortal y Rosa”

Baroja, lee cualquier cosa de Baroja

Borges, lee cualquier cosa de Borges

The Fractal Geometry of Nature de Benoit B Mandelbrot

Nietzsche, “El Anticristo” sin duda