El otro día un amigo me decía que estaba pensando en cuando morimos de verdad, en su opinión es cuando nadie nos recuerda que nos vamos de este mundo para siempre. Federico García Lorca estaba de acuerdo con mi amigo…
Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.
No estoy oscuro, simplemente esparcido, el viaje ha sido largo. En realidad, la muerte tiene que ver con la permanencia, y la permanencia con el amor, con el calor de lo familiar y seguro.
Gil de Biedma no creía en la permanencia, su nihilismo lo dejo claro en este poema:
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, era tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Sin embargo, el tema del amor ligado a la permanencia es recurrente en todas las literaturas, en la nuestra me vienen a la cabeza unos cuantos.
Garcilaso comenzó parando las aguas del olvido
“Y aun no se me figura que me toca
aqueste oficio solamente en vida,
mas con la lengua muerta y fría en la boca
pienso mover la voz a ti debida;
libre mi alma de su estrecha roca,
por el Estigio lago conducida,
celebrando t’irá, y aquel sonido
hará parar las aguas del olvido.”
Quevedo también quería trascender la vida a través del amor
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, más tendrá sentido;
Polvo serán, más polvo enamorado.
Mas recientemente Pedro Salinas en “La voz a ti debida” besaba más lejos
Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
—
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
– ¿adónde se me ha escapado? -.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.
Esto me viene a la cabeza porque he descubierto un rapero español joven, con mucha poesía en una de sus canciones “Antes de morirme”. Me llama la atención el palabreo del amor en esta generación
Antes de que muera yo
Pienso follarte hasta borrar el límite entre los dos
Antes de que muera yo
Quiero jugar con mi vida hasta haberle perdío’ el valor
Diferentes palabras con las mismas ideas. ¿Es cuando olvidas que ya no quieres?