Cartas desde América (excepcionalismo americano)

Esta serie es un intento de explicar algunas cosas de este gran país que quizá desde fuera no se entienden bien. No es una exégesis, es una interpretación personal. Hoy voy a hablar del “excepcionalismo” americano. Desde fuera este término parece insultante pues coloca a todo lo no americano en una situación de falta de “excepcionalidad” rayana en la simple mediocridad.

El primero en utilizar ese término fue Alexis de Tocqueville, diplomático francés que pasó varios meses viajando por los Estados Unidos en 1831. En el libro “Democracia en América”, publicado en 1835, esbozó esta idea” … la posición de los estadounidenses es, por lo tanto, bastante excepcional, y se puede creer que ningún otro pueblo democrático será colocado en un lugar similar “.

Margaret Thatcher dijo que las naciones europeas fueron hechas por la historia, pero los Estados Unidos fueron una creación filosófica y la “Dama de hierro” no estaba desencaminada. Una característica peculiar de este país es que se sabe cuándo, dónde y por quién fue fundado; pero lo más importante es que se saben las ideas que inspiraron esos principios fundacionales, reflejados en la declaración de independencia, la constitución americana y sus estructuras políticas.  

La declaración de independencia del 4 de Julio de 1776 dice: “Consideramos que estas verdades son evidentes, que todos los hombres son creados iguales, que están dotados por su Creador de ciertos Derechos inalienables, que entre estos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad. Para garantizar estos derechos, los gobiernos se instituyen entre los hombres, derivando sus justos poderes del consentimiento de los gobernados. Que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla.”

¿Pero cuál es la razón para esa excepcionalidad?

La excepcionalidad está en esa breve declaración. La mención de esos derechos inalienables son el reconocimiento de la existencia de la ley natural y ese es el hecho fundacional diferenciador de los Estados Unidos de América.

El debate sobre la ley natural ha tenido lugar durante siglos y ya aparece en los escritos de Cicerón.

Cicerón, estadista romano que desarrollo su actividad política entre el año 100 y 43 AC, en su tratado sobre la Republica como forma de gobierno decía que “…Existe una ley verdadera, una razón correcta, conforme a la naturaleza, universal, inmutable, eterna, cuyos mandatos nos instan a cumplir con el deber y cuyas prohibiciones nos impiden el mal.” Una vez ha establecido la existencia de esa ley natural va un paso más allá, “La ley en el sentido correcto es la razón correcta en armonía con la naturaleza”. Esto añade a los valores de la permanencia e inmutabilidad la armonía con la naturaleza. Cicerón específicamente declara que “no habrá una ley de ese tipo en Roma y otra en Atenas, una ahora y otra en el futuro, sino que todos los pueblos en todo momento serán abrazados por una ley única y eternamente inmutable”.

Santo Tomas de Aquino en el Siglo XIII reivindica la independencia de la filosofía de la teología y proclama la capacidad de la razón humana de comprender y llegar a las leyes, físicas y éticas, del orden natural. Santo Tomas hace una declaración implícita de independencia absoluta de la ley natural de la cuestión de la existencia de Dios.

Francisco Suárez en el siglo XVI, uno de los más brillantes representantes de la escuela de Salamanca, esboza la idea del pacto social. El poder viene de Dios a toda la comunidad política, no a determinadas personas, germen de la lógica de la democracia como estructura de organización política. En su análisis más pormenorizado, distingue entre la ley natural, derecho de gentes, ley humana (derecho civil) y ley divina. También argumenta el derecho a la resistencia frente a poderes injustos, en la misma linea de la última sentencia de la declaración de independencia americana.

John Locke, fundador del liberalismo politico en el siglo XVII, creía que la naturaleza humana se caracteriza por la razón y la tolerancia, aunque también reconocía la capacidad de la naturaleza humana para ser egoísta. Según Locke, en su estado natural todas las personas son iguales e independientes, y todos tienen el derecho natural de defender su “vida, salud, libertad o posesiones”. El origen de esa frase en la Declaración de Independencia de Estados Unidos se ha atribuido a Locke con frecuencia, aunque se han sugerido otros orígenes.

En el siglo XVIII Rousseau publica “El contrato social” en el que establece tres conceptos, 1) el hombre ha nacido libre, 2) la fuerza no constituye derecho, y 3) únicamente se está obligado a obedecer a los poderes legítimos. Es cierto que Rousseau se extiende también en ejercicios aritméticos de la organización del estado y otras ideas menos brillantes pero los fundamentos de la organización política quedan meridianamente claros.    

Este puede ser el origen del excepcionalismo americano, la construccion de un sistema político basado en la ley natural y la inmutabilidad de la naturaleza humana. Ese filosofia requiere un gobierno cuya legitimidad viene del ciudadano, y cuya misión fundamental consiste en no interferir con la búsqueda de la felicidad por parte de sus ciudadanos.

Esta discusión sobre la inmutabilidad de la naturaleza humana ha producido un debate continuo durante los últimos 2000 años. En la próxima carta explicaré que este debate está más vivo que nunca y cómo hace exactamente 100 años se empezó a desafiar la declaración de independencia americana desde la misma presidencia de los Estados Unidos.

Hasta la próxima!