Lo bueno del olvido de la juventud es que uno va dejando escamas por el camino y al resumirse, uno se acerca a lo es. ¡Quizá la vida sea solo una búsqueda de nuestro resumen! Esto me viene a la memoria porque cuando estudiaba bachiller estaba muy preocupado por la posibilidad de verdad, más bien por la probabilidad de mi error. ¿Cómo sabemos que algo es cierto? ¿Cómo sabemos si estamos equivocados? En aquel tiempo de posibilidades infinitas, con toda una vida por delante, yo estaba preocupado por la posibilidad de cometer un error y embarcarme en el camino equivocado, ¡echarme a perder!
Tras algunas lecturas acabe haciéndome de la escuela del “a lo mejor voy bien por aquí pero ya veremos”. De todos los epistemólogos la “Lógica de la investigacion científica” de Karl Popper es la teoría que me convenció, la verdad es una condición de probabilidad que a través del ensayo y error estrecha la incertidumbre. No daba para certidumbres que pergeñaran el futuro, pero ya intuía que la verdad absoluta está siempre más allá…atrapada entre palabras. En ninguna parte.
Tenemos un grupo de WhatsApp de amigos del bachiller, seguimos siendo los mismos y a la vez nos hemos dejado atrás. Uno de mis amigos recomendó un libro sobre meditación, otros lo secundaron, ¡lo compré! Lo cierto es que comenzó el libro con cierta excitación que se trasformo en aburrimiento. Me entusiasmó que un cura católico hablara de meditación, necesitamos recuperar los místicos en nuestra cultura, necesitamos profundidad, silencio, lentitud y soledad. A medida que leía me asaltaban mis tendencias naturales. El autor no hablaba de los patrones electroencefalográficos que la meditación produce, no hablaba de la multitud de estudios que demuestran cambios de comportamiento tras ejercicios prolongados de meditación, no hablaba del impacto en el sistema neurovegetativo de los grandes meditadores. Pero lo que quizá más me aburrió es que no hablaba de mí… un meditador desde hace 5 años. Con mi habitual disciplina, que hace casi imposible dejar un libro sin acabar, continué en busca de mejores páginas.
Y con perseverancia y sentadas llegué a buen puerto. Lleno la vida de infinidad de ruido, pequeños problemas y yo mismo. Es un cubata de garrafón con demasiado hielo y en vaso caliente ¡Una mezcla malísima!
Es cuando nos quitamos de en medio y nos miramos como somos, cuando miramos las cosas como son, no como nuestra imaginación las dibuja, que empezamos a vivir. A disfrutar las cosas, a tomar las cosas como vienen, a cambiar lo que está en nuestro poder y aceptar lo que queda más allá. Es fácil decir y escribir, es muy difícil no colocarse en el centro del mundo y apropiarse de todos sus pequeños problemas.
Es cuando nos despojamos de lo que no es, que empezamos a ser y estar. Con el paso del tiempo uno se repliega sobre sí mismo, se llega a la conclusión de que es suficiente con conocerse y hacerse dueño de uno mismo. Con el paso del tiempo uno se da cuenta de que es muy difícil dar consejos, que evangelizar es para santos y para imbéciles. Uno se va alejando del ruido de la vida, para estar al timón de su barco ciñendo el garbí entre la sexta y la nona. ¡Y lo hacemos solos!
Referencias
Biografía del silencio by Pablo d’Ors
Science of Being and Art of Living by Maharishi Mahesh Yogi
Transcendence: Healing and Transformation Through Transcendental Meditation by Norman E. Rosenthal
Insight Meditation: A Step-by-step Course on How to Meditate by Sharon Salzberg
Altered Traits: Science Reveals How Meditation Changes Your Mind, Brain, and Body by Daniel Goleman