Estos días de verano con luz y tiempo invitan a fijarse en los contornos de las cosas, en el fino recorte de la hoja todavía verde que nos protege del sol irredento de agosto. Es tiempo de perímetros y derredores, de siluetas y detalles de periferia que el parón del tiempo bajo una luz iridiscente nos acerca y subraya.
Por eso me quiero fijar en este libro fuera de imprenta de un famoso fotógrafo con su propia historia de olvido y márgenes. Slim Aarons dejó atrás una infancia dura, un tiempo para olvidar, pero las circunstancias lo llevaron a la segunda Guerra mundial con una cámara en ristre. Tras ser testigo de la tragedia de la guerra volvió a casa para trabajar de fotógrafo en diferentes revistas. Por una mezcla de azar y talento como casi todo en la vida, su oficio fue retratar la vida de los privilegiados. Tras el horror solo dibujó con su cámara abundancia y sonrisa. Lo que más llama la atención de sus retratos es que no son poses artificiales aún cuando lo son. Esas imágenes retratan una época y una actitud. Lo más impactante es la serenidad de sus fotos, la gente que posa para el está donde debe, en su sitio. No hay asomados, descolocados, recién venidos o novicios.
Es así que Slim Aarons dibujó con su cámara Polo para Ralph Lauren, ese caballito que crece en el pezón siniestro de los asomados del planeta, porque en este mundo la mayoría de las ideas son fotos. Ya solo es verdad lo que se siente, la verdad es un vahído existencial. La estupidez humana aflora en toda época, es parte de nuestra condición, pero lo hace a raudales, en riadas amazónicas cuando la abundancia se convierte en penitencia.
Es curioso que solo se retrata desde fuera, así “Take Ivy” de Hayasida retrató los cachorros de la sociedad pudiente a mediados de los 60, los que tomaron las riendas al acabar el concierto. Solo se ve desde fuera, nunca desde el fragor de la batalla. Quizá por eso los grandes estrategas son gente distante, lejana. Ven desde fuera, mientras los miñones se afanan en proximidades ellos piensan en perspectivas. A lo mejor todo es una solemne imbecilidad, bisutería inane de la nada adobada de color y accidente.
Pero las fotos son muy bonitas. Algunas son un fracaso ya visto y que solo el presente ignora (Eugenia en remedo de posado 200 años atrás) otras son de un presente imaginado (el coche anfibio camino del colegio) y esta es un sueño del ahora, una perfección laminada de tiempo, sol y leyenda grecoromana en mármol travertino.
References
A Wonderful Time: An Intimate Portrait of the Good Life by Slim Aarons (1975)
Slim Aarons: Once Upon A Time by Slim Aarons (2003)
Take Ivy by Teruyoshi Hayashida (1965)