Es domingo, es un domingo lento. El final de agosto ya amenaza con las diatribas de la vida en septiembre. Hoy utilizaré esa tradición judía que habla del día de descanso, Sabbat, como parte sustancial de la creación. Me dedicaré a descansar, a no hacer nada.
Yo creo que Dios nos tatuó la ley natural en el alma para saber la diferencia entre el bien y el mal porque intuyó que nos inventaríamos la religión. Me hacen gracia la lista de cosas que se pueden y no se pueden hacer en Sabbat según la ley judía. Todas las iglesias legislan la vida de los hombres según un libro único y verdadero que solo ellas pueden interpretar. Eso no es excusa para no ser buena gente, pero es llamativo el patrón semejante en diferentes culturas y religiones.
El día es lluvioso. Un huracán del caribe, que ha perdido su rumbo y se dirige al Norte frío, está dejando una barca de agua. Miro por la ventana y veo este almendro algo viejo, una medianía de vejez pues no tiene la reverencia de esa inmortalidad asumida de los árboles otorgada por la experiencia en demasía. La humanidad asigna la condición de inmortalidad a todo aquello que nos sobrevive. El almendro está ahí para hacer la vida más bonita esas dos semanas de primavera en que sus flores explotan al calor de un sol más constante que deja atrás el invierno. A veces me pregunto, porque estoy aquí. ¿Cuál es mi misión, cuales son mis dos semanas de belleza, estoy por florar? La esperanza es siempre una pregunta sin respuesta, una pregunta al futuro, a lo que no está. Baroja decía que el pasado es nostalgia y el futuro ansiedad. No estoy de acuerdo en la ansiedad como paradigma del futuro. Lo puede ser cuando uno es joven, la juventud acarrea esa sensación de poder, de creación del futuro y esa es la raíz de la ansiedad del joven. La edad muestra que la vida es imprevisible, algo así como esos modelos matemáticos no lineales (el efecto mariposa para los cursis) en los cuales la predicción del resultado es un rango de valores, no hay predicciones puntuales, específicas. Además, las predicciones lo son siempre que no se cambien las premisas o condiciones del sistema. Hacerse mayor es aceptar la incertidumbre sin ansiedad, aceptar la imprevisibilidad de la vida. De algún modo es hacerse estoico.
Y vuelvo a la lluvia porque esta lluvia de agosto suena distinta. Cae sobre el suelo raso, no hay música sobre la hojarasca de octubre. Es una lluvia con partitura distinta, la gota cae en tierra sin ambages de la mano de la gravedad, tal cual.
Y mirando al árbol y la lluvia, ese árbol que sabe su función y esa lluvia que produce una rutina con matices, veo la boga constante de la vida entre lo pacífico, predecible y la aventura de lo ignoto y peligroso. A veces la rutina nos parece santa y el precedente la mejor razón. Sin embargo, estamos hechos para aventuras y búsquedas, la vida es movimiento.
Entre tanto, un domingo de reposo y observación de la lluvia resumida en gotas abrazada a las hojas del almendro que recuerda su belleza pasada se agradece. Baumgarten definió la estética como “el arte de pensar bien” (pulchre cogitandi). Kant pensó la experiencia de la belleza, cómo podemos encontrar algo bello y si hay universalidad en la belleza. Ah ¿Por qué intentamos siempre categorizar todos los aspectos de nuestro mundo?
Umbral decía que “El universo se rige siempre por la persistencia, nunca por la inteligencia. No hay otra ley que la persistencia. Solo el tedio mueve las nubes en el cielo y las olas en el mar”
Así que seguiré admirando esta suave lluvia de fin de agosto, sin otra expectativa que la próxima gota.
Y esos es todo
Referencias
Aesthetica by Alexander Gottlieb Baumgarten 1750
The relevance of the beautiful by Hans-Georg Gadamer 1986
Las inquietudes de Shanti Andia by Pio Baroja 1911
Mortal y Rosa by Francisco Umbral 1975