La esfera

Me gusta la circularidad de la esfera del reloj. La perfección del círculo es el resumen de la nada, no hay dirección en el tiempo, solo medida.

Creemos que estos tiempos modernos son los únicos acelerados, pero no es cierto. El siglo de las luces parece que nos alumbró el progreso. Por fin la flecha del tiempo tenía dirección… un mundo mejor. De algún modo pensamos que entender lo que nos rodea iba a hacernos mejores y un poco eternos. Más adelante parimos, como siempre con dolor, nuevas mitologías… Marx inventa la mitología de la bondad externa (a través del estado), Freud inventa la vuelta a casa, Levi-Strauss inventa la Arcadia con pastores buenos, ovejas con lana blanca y un sol de mediodía perenne.

Este interminable camino a la perfección conduce a la extinción del final, todo es camino, todo es andar, no hay final. Hace 100 años Bergson y Einstein discutieron con fervor si el tiempo era un término absoluto o relativo a las circunstancias (como la teoría de la relatividad promulgaba). En este siglo, hemos olvidado mitos, ritos y nos hemos embarcado en una vida sin tiempo. Hemos desmenuzado el tiempo en momentos. Vivimos de momento a momento, y hemos tirado la aguja y el hilo que los enhebran en una historia, nuestra historia. No hay historia, no hay comienzo, no hay final, solo un ahora, un presente en fuga. Pero esa innumerable sarta de momentos no nos da un siempre. Seguimos dejando de existir…pero eso ya no es muerte, simplemente perecemos en un momento sin tiempo ni historia.

Hemos hecho de la vida una ecuación de matemática económica. Pareto nos da el resultado óptimo cuando maximizamos nuestra utilidad y agotamos las posibilidades de mejora. Por eso viajamos a más sitios… a todos los sitios, compramos el último aparato electrónico… todos los aparatos electrónicos. No vayamos a tener una utilidad mejorable. Hay que vivir al máximo!

Contamos, sumamos, añadimos en un proceso sin comienzo ni final. El homo ludens ha dejado paso al incesante Homo faber. Al matar el tiempo hemos matado la verdad, la verdad se ha convertido en un fenómeno temporal, adscrito al momento. No hay continuidad que vertebre el tiempo, no hay continuidad que vertebre la verdad.

Vuelvo a la esfera perfecta que me deja donde estuve y volverá a donde ya está. El antiguo testamento nos dibujó el reloj en palabras, Eclesiastés 1:9 “Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará; no hay nada nuevo bajo el sol. ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.”

Quiero un tiempo con dirección, un tiempo que termina. Y ese tic-tac que acabará me apaga el ruido del momento, me conecta con la eternidad del yo. El tiempo nos da poder, este Dasein, este “estar aquí” en camino hacia un final nos pone al mando de la ruta. El yo capitanea los pasos mientras los otoños siguen a los veranos, las nieves llegan tras la hojas y la esfera de mi reloj vuelve a su “en punto”.

Por eso te quiero coger la mano, porque tu mano arrugada cuenta la historia que la cara ya olvida. Espero caminar este inexorable camino al desorden, pensado que mi vida es un momento de silencio y orden mientras tu mano se aprieta con la mía. En camino…

Referencias

Ser y Tiempo by M Heidegger 1927

Naked now by R Rohr 2009

Manual of Political Economy by Vilfredo Pareto 1906

Nostalgia del absoluto by George Steiner 1974

The scent of time by Byung-Chul Han 2009

El físico y el filósofo: Einstein, Bergson y el debate que cambió nuestra comprensión del tiempo by Jimena Canales 2020

Ecclesiastés