Cerezos en primavera

Estábamos en una reunión de trabajo y alguien del equipo decidió mostrar una foto de un viaje personal reciente. La foto en cuestión estaba situada en uno de esos valles que John Ford trajo al cine y al mundo, con su línea del horizonte bien puesta.  Ay la foto! En ella había dos personas, una mujer blanca sin hijos sobre educada y un acompañante borracho de estrógenos útil para coros y danzas regionales. Ambos nos daban la espalda, y permanecían sentados en una posición yogui con sus manos haciendo un namasté borrego. Nuestro mundo en una foto. Como dice el Cardenal Sarah “Occidente ha negado sus raíces cristianas. Un árbol sin raíces muere.” Vivimos en una sociedad en las que las emociones y el movimiento son la moneda de la actualidad, un ruido constante sin tiempo para silencio ni quietud.  Al mismo tiempo, esta modernidad que prometió verdad y tiempo minutado en momentos se percibe incompleta. Esa falta de cierre se llena de cosas, viajes, yogas, Gaias y buenismos en toreo de salón. Una sociedad sin trascendencia enmascara la vacuidad de su materialismo con ruido para matar el tiempo y así olvidar mejor la eternidad. El relativismo es el último acto de desaparición de Dios y la trascendencia en ese vacío de nada. ¿Pero si no hay verdad, si todo es relativo donde echar el ancla?

Hay un movimiento curioso en las nuevas generaciones de mayor acercamiento a la religión y a una creencia abierta, no escondida. Nuestra generación, y otras posteriores a nosotros, ha crecido en un mundo vacío lleno de neón y nada, la trascendencia y la religión se han escondido.  La modernidad prometía un futuro limpio, lujoso, lleno de emociones y para ello el trabajo y el abejeo en el enjambre social eran necesarios. A las mujeres se les dijo que la maternidad eran grilletes con forma de rebajas en la semana fantástica de El Corte inglés. A los chicos, se les dijo que jugar a ser mayor sin serlo era el hombre moderno, y se creó una granja de niños-hombre que trabajan y fiestean. Esto ha creado padres viejos, inseminación artificial e hijos únicos nacidos ya con chalet de fin de semana en la sierra.   

Sin embargo, en una encuesta reciente realizada por el American Enterprise Institute recientemente, los hombres zoomers ( generación Z nacida entre 1997 y 2012) son menos propensos a identificarse como feministas que los hombres millennials, mientras que las mujeres zoomers son más propensas a ser feministas que las millennials. Y los hombres jóvenes son más propensos que los mayores a afirmar que los hombres en Estados Unidos enfrentan cierta o mucha discriminación. En esta encuesta, las mujeres se vuelven más liberales y se alejan de la religión y la maternidad, mientras los hombres se inclinan hacia la religiosidad y el conservadurismo y se alejan del feminismo.

No es de extrañar. Ser hombre en el sistema educativo gubernamental es enormemente difícil. En educación elemental el 89% de los profesores son mujeres, 72% en escuela media y 60% en el bachillerato. Un dato importante es que aproximadamente solo un 48% de los maestros de escuelas públicas en EE. UU. tienen hijos que viven en casa, según un estudio del Brookings Institution.

En USA la educación gubernamental es un laboratorio en el que mujeres liberales blancas sin hijos adoctrinan a las niñas en sus propias miserias de seres humanos fallidos, exaltan la independencia, no tener hijos y una retahíla de argumentos en contra de la familia. A los chicos no se les ofrece nada, pues solo por ser chicos son culpables, no pueden crecer, pelear y ensayar como hacen los cachorros de cualquier especie. Sobre todo, a los chicos blancos a los que se identifica con ese concepto estúpido y maléfico de la opresión patriarcal blanca.  El resultado es que los chicos de las nuevas generaciones son y van a ser mas conservadores y cercanos a la religión y valores tradicionales.

Pero detrás de todas estas tendencias no hay más que una verdad simple y recurrente en el hombre, la búsqueda del propósito de la vida. El hombre, todos y cada uno de nosotros, es filósofo. La filosofía es una mirada a la vida, un ejercicio de mirada a la realidad y por ello un ejercicio de humildad.  Y en la encrucijada de la herencia recibida, nuestra honesta apreciación de la realidad y el ejercicio de nuestra libertad creamos nuestra vida. Sí, la vida es creacion, se crea en el ejercicio de la libertad. El hombre es vida en el tiempo, pero no es el tiempo. Nuestra condición errante y futuriza no nos confunde con el tic-tac. La vida es pasado, con el estudio de la tradición e historia. La vida es presente, tratando de entender nuestra realidad próxima a través de la ciencia. La vida es futura porque es esperanza, trasciende. Cuando se regatea en la definición de la vida y se omiten el pasado o el futuro parimos … esta modernidad en la superficie del tiempo con una partícula confundida en movimiento ondulante de color. Creamos una vida de nubes abrazadas en Patek Philippe, con rosas sin fecha ni olor, en bosques sin claros.

Referencias

La fuerza del silencio by Cardinal Sarah 2017

Claros del bosque by María Zambrano 1977

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